De 6 Ciegos y un Elefante

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Cuenta la leyenda de India:

Érase una vez, seis hombres ciegos fueron a ver a un elefante. El primer hombre ciego alargó sus manos frente a él y tocó el inmenso lado del animal. “Este elefante es como una pared alta y fuerte,” dijo el ciego.

El segundo hombre, quien estaba parado cerca de la cabeza del elefante, puso sus manos en uno de los largos y filudos colmillos. “¿Una pared? ¡No! Yo diría que es más como una lanza.”

El tercer hombre abrazó una de las patas del elefante con ambos brazos. “No quisiera contradecirlos,” dijo, “pero estoy seguro que el elefante es como un árbol.”

El cuarto hombre por casualidad tocó la oreja del elefante. “Todos ustedes están equivocados,” dijo él. “El elefante es en realidad muy parecido a un abanico.”

El quinto hombre estaba parado él solo por el otro extremo del elefante. Y por casualidad cogió la cola del animal. “Yo no entiendo esta confusión,” dijo él. “Estoy seguramente correcto al decir que el elefante es como una soga.”
Bueno, este elefante era un poco juguetón, así que le hizo cosquillas al sexto hombre con su trompa. El hombre, asustado, apartó lejos de si la trompa, y dijo temblando, “¡Por favor manténganse en calma pero les juro que el elefante es en realidad una culebra muy grande!”

“¡Tonterías!” dijeron los otros. Aún así, todos se fueron alejando calladamente, y nunca hicieron el esfuerzo de pensar en conjunto lo que verdaderamente es un elefante.

Esta leyenda nos enseña, en la superficie, de que cada quién tiene una perspectiva distinta de la realidad y que la realidad o verdad absoluta es imposible de conocerse y por ende, afirmar una verdad absoluta es una posición arrogante e intolerante.  Esta ilustración se usa mucho para defender la idea de que el cristianismo (o cualquier religión activamente proselitista) es sumamente arrogante al defender su exclusividad y ampararse en textos como Juan 14:6: Jesús le dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

Este es uno de los mayores problemas con Dios y con los cristianos que el mundo tiene.  Se nos tacha de arrogantes, intolerantes y exclusivistas y la historia de los ciegos y el elefante es uno de sus argumentos apologéticos para defender su posición.  Sin embargo, debemos leer entre líneas de esta historia y ver un poco más profundo algo que pocas veces discutimos o de lo que nos damos cuenta.

Para poder contar la historia de los ciegos y el elefante, ¡alguien debe estar viendo a los ciegos tocar al elefante y describirlo! O sea, alguien debe tener la capacidad de ver la verdad absoluta y mostrarnos las limitaciones de los ciegos.  Sin alguien vidente, es imposible contar la historia y darnos cuenta de que los ciegos están describiendo partes del elefante.

La apariencia de piedad de esta historia y punto de vista «tolerante» cae por su propio peso, porque el punto de argumentación es tan arrogante y exclusivista como el que critican a los cristianos.  Afirmar que «todas las religiones son igualmente válidas» excluye de manera arrogante la posibilidad de que una religión específica sea la única verdadera.  Afirmar que «no existe verdad absoluta» es en sí mismo, una afirmación absoluta, y por ende, el argumento cae por su propio peso.

Esta domingo 11 de septiembre (a las 11am y 5pm), en Casa de Libertad estaremos iniciando a responder la pregunta: «¿Cómo pueden afirmar que existe sólo un camino a Dios?». ¡Acompáñanos y tengamos una discusión franca, directa, honesta y genuina sobre preguntas que son importantes, que marcan nuestra visión del mundo y que tienen implicaciones eternas para nuestras vidas!