Existen muchas ideas falsas acerca de lo que un predicador debería ser. Algunas de estas concepciones erróneas son:
- Un artista: alguien que está allí para hacerme sentir feliz.
- Un curador: alguien que está allí para administrar un museo y asegurarse de que nada cambie.
- Un conferencista: alguien que está allí para enseñar, transmitir datos e información religiosa, pero no para cambiar mi vida.
- Un gurú: alguien que ofrece comentario cristiano acerca de eventos de actualidad importantes.
- Un socializador: alguien que es amigable y socialmente hábil, que no nos hará quedar mal en bodas o funerales.
- Un trabajador social: alguien que resuelve todos mis problemas familiares.
- Un ritualista: alguien a quién usamos para bautizos, comuniones, etc., y toda vez lo haga bien (en cuánto a forma y rutina) en estos eventos, lo toleraremos en otras ocasiones.
- Un gerente: una especie de CEO eclesiástico que es hábil para administrar gente y papeles.
- Un ángel: alguien que hace todo bien, que nunca se equivoca, que ora y predica de manera perfecta cada vez sin jamás ofendernos.
- Un psicólogo: un terapeuta barato que me ayuda con mis emociones.
Por supuesto, existen algunos elementos verdaderos en estas ideas. El predicador debe enseñar, debe a veces ofrecer algún comentario espiritual acerca de nuestra cultura, debe involucrarse en los problemas de la gente, etc. Sin embargo, estas no son las funciones principales o las categorías y términos que la Biblia utiliza para describir a un predicador. En futuros artículos discutiremos estas.
¿Opiniones?
(Traducido del artículo «What is a preacher? (10 Wrong Answers)» por David Murray, disponible aquí.)