3 Opciones….2 Caminos

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Seguimos revisando algunos de los problemas que las personas tenemos con Dios y con los cristianos.  Uno de los problemas más grandes es el de la afirmación exclusivista del cristiano de que sólo existe un camino hacia Dios, que es por fe, a través de la gracia manifestadas en la vida, muerte y resurrección de Jesús.  En el artículo pasado, tratamos con el tema al reflexionar sobre la historia de los ciegos y el elefante.  Hoy, profundicemos un poco sobre las 3 opciones que tenemos al frente para alcanzar a Dios y los dos caminos en los que estas opciones nos colocan.

Opción #1: ¡No merezco sufrir! ¡Escaparé del sufrimiento! ¡Dios no quiere que sufra!

Esta primera opción que tenemos de cómo ver la vida es una reacción natural al sufrimiento que tanto detestamos los seres humanos.  A nadie le gusta sufrir.  Nos es imposible considerar como un Dios de amor permita que suframos y por ende, asociamos el sufrimiento a las carencias que vemos en el mundo físico, y por ende, enfocamos nuestra vida en buscar escapes espirituales, buscamos experiencias que exalten nuestro espíritu, leemos libros de auto-motivación que nos recuerdan que no merecemos sufrir, que fuimos hechos para más, que somos buenos y que debemos limpiarnos de energías negativas, pensar positivo, creer y buscar ser iluminados por las vibraciones positivas alrededor nuestro.  Escapamos conectando con el «dios interno», con la naturaleza, buscamos relaciones simbióticas a nivel espiritual, relaciones platónicas.  Nuestra salvación está en la capacidad que tengamos de desconectarnos de la podredumbre natural de este mundo materialista y consumista, y conectar con el «espíritu universal» que nos iluminará hacia ser mejores personas. «¡No recibo! ¡No acepto! ¡Declaro! ¡Afirmo!» son expresiones tradicionales de quien busca escapar de la realidad cotidiana hacia la realización espiritual.

Opción #2: ¡Yo puedo superarlo! ¡Mi esfuerzo, disciplina y rectitud moral me salvarán! ¡Soy una buena persona!

Esta segunda opción no escapa del sufrimiento o las situaciones negativas.  Esta segunda opción las mira a la cara y se planta al sufrimiento retándolo, desafiándolo a ganarle con «la fuerza de los valores», con disciplina, apego a las reglas, esfuerzo personal, fuerza de voluntad y con victorias morales sobre la tentación, sobre la injusticia, sobre todo lo que está mal en este mundo.  Esta es la opción de la gente fuerte, disciplinada, ordenada y enfocada.  Es la opción que sigue el ejemplo de los grandes: Jesús, Gandhi, la Madre Teresa, el Dalai Lama…..lee sus biografías, aprende sus principios y los aplica.  El camino hacia la salvación es a través de la disciplina, del esfuerzo moral y la capacidad de sobreponerse a los retos de la vida.  No admite fracaso.  El fracaso es debilidad, es falta de carácter.  Hay que hacer todo lo posible aquí y ahora.  Dios tal vez nos ayude, pero depende de nosotros.  Ya nos fue dado el ejemplo, es hora de vivirlo.  No hay tiempo que perder, el mundo y esta vida es todo lo que tenemos, así que debemos hacerlo ya, porque mañana será demasiado tarde.

Opción #3:  El Evangelio

La tercera opción es el evangelio.  Significa reconocer nuestra incapacidad y aceptar el regalo de gracia obtenido por Jesús en la Cruz por nosotros, al sustituirse allí como pago por nuestros pecados y además de eso, imputarnos su justicia.  Escoger la tercera opción significa dependencia, significa humildad y significa ceder nuestra sed de protagonismo a cambio de ver a Dios glorificado en nuestras vidas a través del perdón que nos da y la promesa de reconciliación consigo mismo y la restauración -de este lado y del otro- de todas las cosas.  Evitamos la frustración de no saber si lo que estamos haciendo «es suficiente» para alcanzar a Dios, y podemos enfrentar el sufrimiento cara a cara porque Él, Jesús, sufrió por nosotros y nos sana y salva sin pedir nada a cambio.   Tenemos certeza de nuestra salvación y por eso nuestras buenas obras no son un intento desesperado por apaciguar la ira de Dios -esta ya fue satisfecha a través de la Cruz- y podemos entonces ser libres de actuar por gratitud y amor a Aquel que nos amó primero.

2 Caminos:

  1. El primero camino s el camino en el que nos colocan las primeras dos opciones….la desesperanza.  Desesperamos porque nunca sabemos si somos lo suficientemente buenos, si hemos hecho suficiente.  Dios está lejos, no interviene y simplemente ve desde arriba y lleva la contabilidad para dar recompensa a cada quién al final.  Nos engañamos a nosotros mismos siguiendo este camino pensando que Dios nunca nos juzgará….que será tan injusto que nos «dejará pasar» a todos porque este Dios que buscamos es de un amor tuti fruti que no es santo, sino alcahuete, un genio en la botella que nos da nuestros deseos y nos premia por nuestra cara o esfuerzo….espiritual y/o moral.   Este camino nos terminará matando.
  2. El segundo camino es el de la esperanza, el de la vida.  Es el camino que nos asegura el futuro porque Dios se encarnó y anduvo entre nosotros y nos mostró la humanidad verdadera a través del ejemplo de vida pero más allá de eso, a través de darse a Sí mismo por nosotros.  Es el camino del amor porque no pidió nada a cambio…el pago por nuestra paz fue pagado por Él mismo y la ira del Padre fue satisfecha en lo que el Hijo hizo y ahora está disponible para nosotros a través de la presencia activa del Espíritu Santo en nuestras vidas.  Es un camino que transforma, que reconcilia, que restaura.  Es un camino que nos mueve a servir por amor, no por obligación.  Es un camino  que nos enseña a amar de verdad al otro.  Es un camino que al final nos llevará a la vida, a la Vida Eterna con Él.
¿Qué camino escoges?
¡Ven este domingo a Casa de Libertad a las 11am o 5pm y sigamos resolviendo los problemas que tenemos con Dios y los cristianos!

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